Cuando encendí el ventilador las ideas comenzaron a tropezarse. Estaban sobre la mesa y creo que la primera ráfaga las asustó. Dando tumbos, las entrelazadas líneas de pensamiento se distorsionaron hasta perderse. Polvo de ideas que después podré juntar en pala o con escoba despegaré de las paredes.
Sé que no puedo rearmar lo que el viento quiso perder. Pero por suerte todo llega hasta algún punto. Lo que quise decir y se fue, quedará flotando hasta que toque tierra. Desde allí escribo. Desde allí digo.
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