Viento
que se va en ráfagas, apaga. La asfixia, apaga. Así es la cualidad del fuego. Una
lucha por mantener y despojar para no perderse y desaparecer. Las llamas
responden con figuras nunca repetidas como queriendo avisar que las cosas nunca
son como antes, ni como después. Pero ni el fuego encuentra su equilibrio. Sólo
el ardor de las hornallas mantienen la forma, su coraza metálica y su
incompetencia con el cambio así lo permiten.
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