lunes, 11 de abril de 2011

Ficción de la pulpa



La sociedad se violentó y vaya uno a saber cuál fue el motivo inicial, lo que dio comienzo a la rueda devoradora que circunda las calles como el mejor policía. Yo no sé si las cámaras de vigilancia buscan detener al ladrón que se llevó el amor de las veredas. Lo cierto,  es  que el odio es más odio y que las puertas blindadas sirven para proteger el pedacito de amor que puede quedar en nuestras casas.
   En la calle sólo quedan penas asfaltadas, penas sobre penas. La transmutación de ellas hace la vida de estos tiempos, amarga, ácida, como la manzana podrida que contaban en la escuela.

 

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