El cuidador de sueños.
Compramos en la calle, por pocos pesos, un cuidador de sueños.
La noche pedía más abrigo y la tormenta mostraba sus dientes. Entonces, soñando, mezclando cosas en lugares de mi mente, me encontré viajando en un velero. Todo era blanco y negro y las olas parecían acuarela en trazo grueso. El sonido de un rayo se oyó, con la contundencia que tienen los rayos para destrozar cualquier intento de estabilidad. Mi sueño entendió que el rayo rompería el mástil. Caí al agua. Nadaba mientras el velero se alejaba y yo quedaba sólo. Me sentí huérfano y un probable muerto. En mi somnolencia recordé el cuidador de sueños, lo tenía conmigo. Entonces se apareció una isla; y yo había mirado a mí alrededor, juro que no había visto nada.
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